La emoción es un ingrediente indispensable del suspense. Y el cine consiste en construir emociones. Joseph Stefano, el guionista de Psicosis, decía de Hitchcock que veía las películas como una arquitectura. Porque para Hitchcock el cine era construir emociones. ¿Y qué hay más emocionante que el suspense?
Como dice Hitchcock, cuando hay miedo no hay suspense. El suspense solo surge cuando conocemos todos los elementos en juego. Y en mi opinión, el suspense triunfa cuando a esta suma de elementos le añadimos… tensión. Así se construye el suspense.
Uno de los recursos más utilizados en películas y series de televisión de los últimos tiempos es la dilatación de momentos y escenas que a priori no dicen nada. ¿Qué está pasando? ¿Por qué se nos está haciendo tanto hincapié en este momento? Por ejemplo, en El Acorazado Potemkin, hay un hincapié un tanto inquietante en ciertos planos que muestran elementos que luego sufrirán un destino traumático. Eisenstein nos estaba diciendo “familiarízate con esto, crea empatía con estos personajes, porque luego te voy a causar una emoción”.
Un ejemplo más reciente: en Breaking Bad esto ocurre decenas de veces a lo largo de la serie. Cuando al principio del episodio 11 de la temporada 2 vemos al niño en la bicicleta, sentimos algo. “¿Por qué nos estamos centrando tanto en este niño?”, nos preguntamos.
Esta es la magia del suspense. Y ahora es cuando hay que hablar de Parasite.
Parasite para mí es una obra maestra no sólo por la historia que cuenta, sino por cómo lo cuenta. Para empezar, es una película que va saltando a tantos géneros con tanta ligereza que no te das cuenta. Pasas de ver una comedia a una película de terror, y de ahí al drama para luego incluso coquetear con el slasher.
Bong Joon-Ho confesó que Hitchcock es una de sus grandes influencias y, especialmente la película Psicosis, ejerció una influencia decisiva en la configuración narrativa y estética de la última obra maestra del director surcoreano.
A Joon-Ho no le interesa tanto la psicología de Hitchcock como la construcción narrativa y la relación del espectador con los personajes de sus películas. Y es que en Parásitos no hay buenos ni malos. Algo que hereda del Hitchcock de Psicosis es que resulta fácil sentir empatía por personajes que a priori podrían causar cierto rechazo según los prejuicios del espectador. Esta dualidad se extiende también a la yuxtaposición de situaciones de la familia de clase social superior y la familia de clase baja, y de las cuales es fácil sentir una empatía que nos extraña no sentir hacia la otra. O a la estructura externa de la narración, en la que un acontecimiento importante divide en dos a la película. La relevancia narrativa de la casa es otro recurso que toma de Psicosis, o el humor negro que impregna la película, o un exquisito gusto por la plasticidad de las imágenes.
Pero el gran rasgo que hereda el coreano del maestro inglés es la meticulosa planificación, que hacen de Bong Joon-Ho el Hitchcock de nuestra era. Para Hitchcock y para Joon-Ho esta es la única manera de construir suspense y, con ello, meterte al público en el bolsillo jugando con sus emociones.
Piénsalo bien. Ahora, con lo que ya sabes, ¿cuántos momentos de suspense hay en Parásitos? Muchos, ¿verdad? El momento del melocotón, cuando la familia vuelve a casa, momento en que la tensión se estira y estira, o cuando los miembros de la familia pobre se esconden debajo del sofá, por mencionar algunos.
Pero el suspense empieza a crearse. Fíjate al principio cuando vemos el plano de presentación de la casa. La cámara se centra en ella, como diciendo “quédate con esto porque va a ser importante”. La película presenta elementos en principio inocentes que luego jugarán un papel fundamental. Recuerda lo que decíamos antes. El espectador debe conocer.
El suspense forma parte indisoluble de la personalidad narrativa de Bong Joon-Ho. Y encuentra su punto álgido cuando lo combina con el ya mencionado talento plástico superlativo que muestra como nadie en películas como Memories of murder, Mother, quizá mi segundo largometraje favorito de Joon-Ho, o la que considero su otra gran obra maestra, el mediometraje Shaking Tokyo que si no has visto todavía te insto a que lo hagas ya porque es una sublime lección de cine.
Ahora te invito a que eches otro vistazo a Parásitos con estos parámetros en mente. Analiza lo que ves en la pantalla usando estas premisas y seguro que así podrás entender, un poquito mejor, cómo un genio ha conseguido construir esta indiscutible obra maestra del cine contemporáneo.
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