Hablar del anime, para mí, es hablar de mi vida. Una de las primeras experiencias que recuerdo de dibujos animados es cuando vi, sin saberlo, Hakujaden, la primera película de anime en color de la historia. Recuerdo una tarde calurosa de verano maravillándome por algo tan sublime como era la imagen animada. Podría haber recordado alguna película de la omnipresente Disney, pero no. El primer recuerdo de una película animada es Panda y la serpiente mágica (Hakujaden, Taiji Yabushita, 1958).
Muchas han sido las películas y series que han llevado el anime a través de generaciones tanto en Japón como en el lejano Occidente. Pregúntale a tu abuelos por Heidi, Marco, o Conan el niño del futuro. Ellos ya veían anime, quizá sin saberlo.
Exceptuando los pocos exponentes del cine de anime, desde 1945, con el estreno de Momotaro, dios de las olas (Momotarô: Umi no shinpei, Mitsuyo Seo, 1945) primer largometraje de anime de la historia, el anime en formato largo tardó un poco más en explotar como industria internacional hasta llegar al ritmo de producción de hoy en día. Fue en los años 80 cuando ya empezaron a sonar los nombres de Hayao Miyazaki, Katsuhiro Ōtomo o Mamoru Oshii más allá de Japón. Animados por el éxito de series como Dragon Ball, Doraemon o las mencionadas Heidi y Marco, las productoras se lanzaron de lleno al formato cine y fueron ellos mismos, Miyazaki, Ōtomo y Oshii los que pusieron el foco del cine en el formato anime.
El anime es un formato que transmite
Hablo siempre de formato porque para mí el anime no es un género, como erróneamente se le llama. El anime es un formato que transmite en multitud de dimensiones y puede mirarse de tú a tú con la imagen real. Por eso, para tumbar los prejuicios que aún pesan sobre este arte, y para descubrirte, espero, algunas joyas que aún no habías visto, te traigo, en un ránking, 10 películas fundamentales para entender el anime.
Vaya por delante que, aunque sea un ránking, todas las películas de este listado me parecen igualmente soberbias. Es como elegir entre El Padrino I y II pero multiplicado por cinco. He decidido ordenarlas hasta llegar a mi favorita por una cuestión personal. ¡Allá vamos!
10. Your name (Kimi no na wa, Makoto Shinkai, 2016)
Makoto Shinkai es uno de esos narradores a los que les gusta crear historias con detalles minuciosos e instantes de un arrebato desbordante. Digo esto pensando en la escena del despegue del cohete en su obra maestra 5 centímetros por segundo, una de las escenas más bellas que jamás he visto en una pantalla, o la caída del meteorito en esta Your name. Son estos momentos los que articulan su cine para convertirlo en casi una experiencia vital, y Your name, la película de anime más taquillera de la historia, es su epítome más redondo.
No te pierdas esta genialidad de película, descendiente directo del Interestellar de Nolan y punto de inflexión absoluto del anime comercial.
9. A silent voice (Koe no katachi, Naoko Yamada, 2016)
Puede que te suene tristemente el nombre de Kyoto Animation por la terrible noticia del incendio que se llevó la vida de 35 personas. Kyoto Animation es la responsable de esta gran película que habla de la culpa y del perdón y del esfuerzo, siempre agradecido, de entendernos entre todos. Rompo una lanza a favor de la historia de esta película y en contra de aquellas voces que afirman que cuesta empatizar con el personaje protagonista. Yo creo en el perdón, pero también en la concienciación. Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres, decía Pitágoras. A silent voice debería ser de obligado visionado en todos los institutos del planeta para ayudar a sensibilizar ante una de las lacras más silenciadas y destructivas que asolan la sociedad moderna. Creo en el cine como instrumento para construir un mundo mejor y por eso A silent voice es una película absolutamente necesaria.
8. Akira (íd., Katsuhiro Ōtomo, 1988)
Akira fue la película que puso el anime en el panorama cinematográfico internacional. Gracias a esta retorcida, compleja y violenta película, el anime dejó de ser visto como ese juguetito inocente para niños para ser respetado como una forma de arte para adultos.
Esta maravilla del cyberpunk coquetea con el terror nuclear para traernos un mundo postapocalíptico en el que se realizan experimentos con humanos. Es quizá la película más compleja que ha dado el anime hasta la fecha, quizá debido a que intentó sintetizar las más de 2.000 páginas del manga original, también de Ōtomo, en tan solo 2 horas.
7. Perfect Blue (íd., Satoshi Kon, 1997)
Perfect Blue es la creación más perturbadora de Satoshi Kon, director al que le debemos algunas de las más grandes películas de anime, como Tokyo Godfathers, Millennium Actress y la influyente Paprika, precursora de Inception.
La pelicula Perfect Blue fue la ópera prima de Kon, un cineasta que se nos fue demasiado pronto. Por cierto, ¿fui yo solo quien encontró ecos de esta película en la gran Quién te cantará, del español Carlos Vermut? Ahí lo dejo.
6. Los niños lobo (Ookami Kodomo no Ame to Yuki, Mamoru Hosoda, 2013)
Los niños lobo es otra de esas películas que, más allá de su irreprochable valor artístico, posee un valor educativo que las hacen necesarias para hacer de este mundo un lugar mejor. Esta película habla sobre el respeto a los diferentes, sobre la integración, sobre la maternidad y sobre el poder del amor en 117 minutos que se pasan volando.
5. La tumba de las luciérnagas (Hotaru no Haka, Isao Takahata, 1988)
Voy a empezar hablando de esta película haciendo mención a una profunda reflexión que hacen en Patlabor 2, de Mamoru Oshii. En esta película se preguntan “¿es preferible una paz injusta o una guerra justa?”.
Japón ha sido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial un país con la conciencia sacudida por las consecuencias de esta contienda, y eso lo vemos continuamente en su cine: desde el Kaiju Eiga o cine de Godzillas y demás monstruos hasta el anime moderno de En este rincón del mundo, de Sunao Katabuchi, pasando por las alegorías de la llamada Nuberu Bagu o el mejor cine antibelicista de Kon Ichikawa o Masuki Kobayashi.
Preguntábamos si es preferible una paz injusta o una guerra justa. Para Isao Takahata la respuesta es clara: poco importa. La guerra es el reflejo perfecto del horror más puro e indiscriminado y como tal no tiene ninguna razón de ser. No existe justicia en la guerra mientras haya sufrimiento, parece decir Takahata en esta tristísima película.
4. El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no kamikakushi, Hayao Miyazaki, 2001)
El viaje de Chihiro es la película que ocupa el número 4 de esta lista. Que esta sea la única película de anime que ha ganado un Oscar y un Oso de Oro en Berlín dice mucho de la maestría que hay dentro de ella. El viaje de Chihiro es pura magia, un cine como siempre en Miyazaki repleto de simbolismos y alegatos ecologistas y que conecta profundamente con la tradición animista japonesa para actualizarla en forma de cine.
Para mí, el momento del viaje en tren, con las sublimes notas de Joe Hisaishi, es de las experiencias cinematográficas que perdurarán para siempre en mi memoria.
3. Ghost in the shell (Kokaku Kidotai, Mamoru Oshii, 1995)
Y llegamos al podio con una de las cumbres de la ciencia ficción de la historia del cine: Ghost in the Shell. Poco puedo añadir a lo que se ha dicho ya sobre su increíble animación, la hipnótica banda sonora de Kenji Kawai o su rotunda influencia en Matrix, de los hermanos Wachowski, Inteligencia Artificial de Steven Spielberg o Avatar de James Cameron, quien dijo en su momento que es “la primera película de animación verdaderamente adulta que alcanza la excelencia visual y literaria”.
Sólo quiero comentar un pequeñísimo detalle en el que me fijé la primera vez que vi la película que me reventó la cabeza por completo. Es el momento justo al principio antes del famoso salto de Kusanagi, cuando tiene el diálogo con Batou. En el doblaje inglés el diálogo que tienen es “oye, hay mucha estática en tu cerebro” y ella le responde “deben de ser los cables”. Pero en la versión original el diálogo auténtico es “oye, hay mucha estática en tu cerebro” y ella le responde “debe ser esa época del mes”. Es un momento que me dejó absolutamente planchado.
Ghost in the Shell es una de mis películas esenciales, una profunda influencia vital, profesional y artística, que habla de tantos y tantos temas al mismo tiempo que cada vez que la veo descubro algo nuevo. De eso está hecho el gran cine, de detalles.
2. Porco Rosso (Kurenai no buta, Hayao Miyazaki, 1992)
En mi humilde opinión, de todas las películas que he visto de Ghibli, cuando hablamos de construcción de personajes y de pura dramaturgia, Porco Rosso es la más redonda de todas.
La película trata la gran pasión de Miyazaki, la aviación, y eso se nota en el cariño puesto en todos y cada uno de los fotogramas de esta maravilla. Pero eso no quiere decir que sea mi película favorita de Ghibli, y del anime. Esta es, a día de hoy, y salvo que se demuestre lo contrario…
1. El cuento de la princesa Kaguya (Kaguya-hime no Monogatari, Isao Takahata, 2013)
Antes de su muerte, Isao Takahata nos regaló una absoluta joya de la animación y del cine en general: este cuento clásico japonés tardó en plasmarse en imágenes para esta película la friolera de 4 años.
La película apenas consiguió recaudar la mitad de los 50 millones de dólares de presupuesto, que la hacen la película japonesa más cara de la historia. Parte de la culpa de este relativo fracaso quizá se deba al excesivo vanguardismo de su propuesta. Y es que El cuento de la princesa Kaguya rompe con el estilo habitual de anime, mediante una composición pictórica a base de trazos a mano de acuarela y carboncillo que buscan la simpleza figurativa de la pintura tradicional japonesa antes que el realismo extremo del anime contemporáneo.
Sólo por su rompedora propuesta esta película es memorable, porque obliga al espectador a realizar un esfuerzo extra de abstracción como en un lienzo impresionista pero 24 veces por segundo. Pero es que además la historia que cuenta es tan universal y llena de tanto simbolismo que atrapa durante sus más de 127 minutos de duración y se disfruta una y mil veces.
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