El componente primordial del cine y de la creación audiovisual es solo uno: la luz. Sin luz, el trampantojo de la representación cinematográfica perdería su esencia y solo nos quedaría el abismo de la oscuridad. El arte de la dirección de fotografía es la habilidad de construir la imagen dentro de ese vacío mediante luz, texturas, colores y composición del encuadre. Como podrás imaginar, todo esto conforma el alma de una película y, por eso, un buen director de fotografía hará que nuestra película transmita mejor su mensaje. Por eso, he querido traerte este vídeo a ti, aguerrido aspirante a cineasta o cinéfilo empedernido con inquietudes que van más allá de la mera contemplación. Porque quiero hablar de las películas que a mi juicio han aportado más al noble arte de la dirección de fotografía, para que te inspires, copies, asimiles… pero sobre todo entiendas de qué estamos hablando cuando hablamos de una buena dirección de fotografía.
He elegido diez películas que no necesariamente tienen la fotografía más bonita de la historia del cine. Para eso tendríamos que hacer otro top ten, en la que seguramente figurarían películas como Samsara, Sátántangó, 2001 odisea en el espacio o The Fall. Aquí he querido aunar las películas cuya fotografía más me han transmitido, ya sea en términos de belleza absoluta o, sobre todo, de narración. Y es que una fotografía al servicio de una historia, que conmueva y que a la vez “narre”, que sea un agente transmisor de esa historia, es una fotografía bien aplicada.
- Ciudadano Kane (Citizen Kane, Orson Welles, 1941)
La ópera prima de Orson Welles es el epítome perfecto de los postulados estilísticos más arriesgados que ya empezaron a defender autores como Sergei M. Eisenstein, John Ford o Kenji Mizoguchi. Es este último quizá la mayor inspiración de Welles para llevar al extremo el uso de una poderosa herramienta: la profundidad de campo. Mizoguchi explota las posibilidades de este recurso para encuadrar dentro del encuadre y para jerarquizar, aumentando las posibilidades de significación dentro del espacio de la pantalla y “montando” dentro del encuadre. En Ciudadano Kane, Welles recoge estas ideas para dotar de un poder metafórico a cada uno de los fotogramas de Ciudadano Kane. Porque ese debe ser el objetivo de cada uno de los componentes de una obra: el mensaje a través de la narración y la metáfora. La fotografía de Ciudadano Kane narra y expresa ideas mediante recursos que pronto serían convertidos en moda. Mediante objetivos de poca distancia focal, grandes angulares y una película más sensible, Welles consigue transmitir este efecto. Con esto se comunica la idea de magnanimidad arrogante del protagonista. Además, el juego de claroscuros de tintes expresionistas sugiere un mundo lleno de contradicciones y misterio, consiguiendo dotar de gran profundidad al protagonista.
- Lawrence de Arabia (Lawrence of Arabia, David Lean, 1962)
Lawrence de Arabia es la película en la que quizá mejor se exprese la insignificancia del ser humano frente a la enormidad de la naturaleza. Las composiciones son rectilíneas y magnánimas, efecto potenciado por el uso de grandes angulares y la película de 70 mm. Llama la atención además la composición del cuadro en la que el horizonte queda por encima o por debajo de los tercios. Su director, David Lean, quería transmitir esa sensación de opresión, de perdición en la inmensidad de la naturaleza.
- El Padrino (The Godfahter, Francis F. Coppola, 1972)
Antes de El Padrino, las películas estaban iluminadas de forma que pudieran verse en los famosos drive-in americanos. Con “El Padrino”, los estudios tuvieron que empezar a hacer dos negativos para proyección: uno dirigido a este tipo de espacios y otro para las salas de cine. La fotografía también estaba condicionada por el maquillaje de Marlon Brando. Era, por lo tanto, fundamental la iluminación tenue y llena de sombras. Pero, como siempre que la genialidad marca una huella en la historia, la necesidad se convirtió en estilo. Gordon Willis creó una nueva tendencia en la fotografía del cine, con sus luces tamizadas y volumétricas.
- Barry Lyndon (íd., Stanley Kubrick, 1975)
Seguro que ya sabes la famosa historia de las lentes de la NASA utilizadas en esta película, cuya apertura de f0,7 permitían filmar escenas iluminadas con la luz de unas velas. Kubrick quería contar una historia de la manera más visual posible. Las composiciones pictóricas y el uso de zooms ayudan a transmitir ese efecto visual que exagera la enormidad, a su vez pequeña, de los elementos dentro de un encuadre, todo ello sin fragmentar el espacio ni el tiempo. Vuelve la idea del montaje dentro del cuadro.
- Días del cielo (Days of heaven, Terrence Malick, 1978)
Ya sabemos del amor que Terrence Malick siente por la luz del atardecer y del amanecer, la llamada hora mágica. Junto con el director de fotografía español Néstor Almendros, rodaron gran parte de Días del cielo en esta codiciada franja de tiempo para crear un efecto pictórico y dotar de una mayor profundidad a la historia. Para ello se utilizó por primera vez en el cine un negativo de alta sensibilidad, con la que se permitía rodar en circunstancias de poca luz. Podría decirse que la imagen de la película remite la obra pictórica de Edward Hopper o Gustave Courbet. Pero de lo que sí estoy seguro es de que esta es la película con la dirección de fotografía más bonita que he visto en mi vida.
- Blade Runner (íd., Ridley Scott, 1982)
La fotografía de Blade Runner marcó la estética de otros grandes exponentes del género de la ciencia ficción que vinieron después. Filmes como Akira, Ghost in the Shell, Dark City o The Matrix beben de la influencia de Blade Runner. En esta película, el director de fotografía Jordan Cronenweth crea luces venidas de la nada y atmósferas vaporosas para introducirnos en esta historia. Siempre he pensado que Blade Runner es una película que funciona por acumulación. No es quizá la película más memorable de la historia del cine en lo que a trama se refiere. Es una película en la que las ideas filosóficas, la dirección de arte, la fotografía y la banda sonora conforman una experiencia sensorial que traspasa lo racional.
- Deseando amar (In the mood for love, Wong Kar-Wai, 2000)
La película de Wong Kar-Wai se trata de una historia que está contada desde un recuerdo, y para ello, se ha querido transmitir esa idea de fragmentación casi onírica, apoyada en el uso de cámara lenta y la banda sonora arrebatadora para retratar escenas de la vida cotidiana de los dos protagonistas. Llama la atención los encuadres de los personajes, que viene a subrayar esa falta de cercanía entre los dos protagonistas. In the mood for love es otra experiencia audiovisual plena, en la que la que el qué casi importa menos que el cómo. Cabe destacar que Wong Kar-Wai indicó a sus actores que la película era poco o nada verbal, que deberían dejar que sus cuerpos hablasen. Esta idea está transmitida maravillosamente por la fotografía de Christopher Doyle, uno de los autores más personales en este ámbito.
- La escafandra y la mariposa(Le scaphandre et le papillon, Julian Schnabel, 2007)
Podría haber elegido la película que lanzó a Janusz Kaminski al estrellato de los directores de fotografía, La lista de Schindler, pero creo que su trabajo en La escafandra y la mariposa, por su audacia, es un ejemplo de lo que se puede hacer con la fotografía para transmitir. Aquí, las leyes clásicas de la dirección de fotografía son abolidas para dar rienda suelta a un estilo libérrimo, en el que se intercalan composiciones académicas con ángulos aberrantes y movimientos de cámara sorprendentes para transmitirnos el estado emocional del protagonista.
- El árbol de la vida(The tree of life, Terrence Malick, 2011)
Segundo exponente de Malick, quizá el mejor observador del mundo de la actualidad. En esta ocasión se sirve del trabajo del mexicano Emmanuel Lubeszki, quien para mí es el mejor director de fotografía de la actualidad. En esta película Malick vuelve a dejar patente su fascinación por la naturaleza, de nuevo rodando en la hora mágica para captar los tonos del atardecer. En El árbol de la vida se usa de forma intensiva el gran angular para captarlo todo en ese juego que nos plantea Malick de mostrarnos la vida. El uso de la steady cam nos transmite la idea de que la cámara levita en el espacio, como si fuera un fantasma observador, que flota por las estancias de esta película.
- Papusza(íd., Joanna Kos-Krauze, Krzysztof Krauze, 2013)
Papusza es quizá el último gran trabajo del blanco y negro, con permiso de la también polaca Ida. Es una de esas películas en las que casi cada fotograma podría imprimirse para ser expuesta en una galería de arte. Me recuerda mucho a la obra de Sebastião Salgado, con esos retablos del día a día de un grupo de nómadas en su vagar por Europa. Cada plano, con su cuidadísima iluminación, consigue transmitir una idea o una emoción. Abundan los retratos en primer plano y las escenas a cámara lenta para recalcar ese ritmo moroso, contemplativo.
4 comentarios en "10 películas para entender la fotografía en el cine"