El cine nació como un arte limitado a lo visual. No fue hasta la década de 1920 cuando se empezó a incluir sonido dentro de las películas. Sin embargo, hasta entonces era la música la que estaba al servicio de la imagen, enfatizándola, subrayándola y confirmándola como el medio principal para contar historias. Ya desde 1901, con la película británica Scrooge, se intentó plasmar el sonido de los diálogos mediante los llamados “intertítulos”, rótulos que aparecían entre los fotogramas durante unos segundos. El cine, casi desde sus comienzos, empezaba a pedir sonido como parte fundamental de su esencia. Por eso, el auditivo es un medio al que se le ha prestado casi o tanta atención como el visual, con algunos grandes exponentes a lo largo de la historia del cine que ejemplifican la tarea de transmitir una idea o un mensaje también a través del sonido.
Por eso, en esta entrada hablaré de 10 de esos exponentes, seleccionados según mi criterio subjetivo pero también didáctico, como películas que ayudan a entender el sentido del sonido como agente narrativo que enriquece aún más la experiencia de contemplar cine. Estas son, por orden cronológico, 10 películas para entender el sonido en el cine.
1. Amanecer (Sunrise: A Song of Two Humans, F. W. Murnau, 1927)
Pese a que El cantor de Jazz, de 1927, es la primera película hablada de la historia del cine, no es la primera película sonora, sino Amanecer, de Friedrich Wilhelm Murnau, estrenada muy poco antes. Ya en el siglo XIX hubo intentos de incluir sonido en el soporte cinematográfico. Pero no fue hasta 1922 cuando entre en juego un nombre fundamental, Lee de Forest, científico norteamericano que se autoatribuye también el invento de la radio. Es en ese año, 1922, cuando de Forest inventa el Phonofilm, un invento que luego se perfeccionaría, ya bajo el paraguas de la Fox, hasta culminar en 1925 con el Movietone, el primer sistema fiable de grabación de sonido sincronizado en una pista óptica dentro del film de cine. Amanecer fue el primer largometraje en utilizar este sistema, con una banda sonora y efectos de sonido que incluían murmullos de gente en un par de escenas.
2. Tríptico elemental de España (íd., José Val del Omar, 1955-1961)
Val del Omar fue un innovador cineasta español, coetáneo de Lorca y Buñuel e inventor de algunos de los sistemas sonoros que ahora usamos habitualmente. Por ejemplo, el sonido diafónico, que en contraposición al sonido estéreo, que ya empezaba también a despuntar por aquellos años, proponía colocar una fuente de sonido detrás del espectador. Es, así, el primer intento de crear un efecto surround. En Tríptico elemental de España, un bellísimo poema audiovisual de poco más de una hora de duración que consta de 3 cortometrajes, Val del Omar nos sumerge en un mar de sonidos naturales y alterados con técnicas que aún hoy sorprenden, para enfatizar ese efecto de alucinación que quería transmitir.
3. Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960)
Alfred Hitchcock fue un obsesivo del cine no solo como medio para contar historias, sino también de su potencial creador de experiencias vitales apoyándose en todos y cada uno de sus elementos: montaje, dirección de actores, puesta en escena y sonido. Y es que forma parte ya del imaginario colectivo ese sonido hiriente y casi abstracto de la famosa escena de la ducha, la primera que pasará a la historia por su sonido. Hitchcock se ayudó de la labor de Bernard Hermann, uno de sus compositores habituales, y de Joseph Stefano, músico además de guionista de este film, que quiso incidir en el aspecto del sonido indicándole a Hermann que solo usara instrumentos de cuerda en esa secuencia. Es música en blanco y negro, desnuda de cualquier contrapunto, que penetra en lo más hondo de nuestro sistema nervioso.
4. 2001: una odisea del espacio (2001: a space odyssey, Stanley Kubrick, 1968)
Decía el tagline de Alien que “en el espacio nadie puede oírte gritar”. Y es que el vacío del espacio es un medio en el que no puede propagarse el sonido. Eso lo sabía muy bien Kubrick, otro perfeccionista histórico, que llevaba a rajatabla a su cine las leyes fundamentales que rigen la física. Así, 2001: una odisea en el espacio es un ejemplo clásico de cómo debe ser usado el fundamento básico del que parte cualquier sonido: el silencio. Kubrick demostró en su obra maestra que el silencio también sirve para crear tensión. En 2001, es un lienzo sobre el que se pintan no solo las notas musicales magnánimas, sino también los efectos de sonido a conveniencia para transmitir esa angustia que viven los astronautas.
5. Star Wars (íd., George Lucas, 1977)
Y si 2001 llevaba el rigor hasta sus últimas consecuencias, siendo el ejemplo perfecto del “hard science fiction” o ciencia ficción dura, Star Wars es su opuesto más representativo, una “space opera” que tiene más que ver con el género fantástico que con el de ciencia ficción. Aquí sí hay explosiones en el espacio y espectáculo a raudales. Star Wars es quizá la película con los sonidos más identificables de la historia del cine. Es un ejemplo perfecto de cómo debe hacerse una película memorable no solo por la historia o la parte visual, sino también por sus sonidos.
6. Stalker (íd., Andrei Tarkovsky, 1979)
Andrei Tarkovsky fue otro poeta del cine, más interesado por su potencial filosófico que por la narración convencional. No es un cineasta fácilmente accesible pero, cuando abrimos nuestra mente a sus propuestas, es difícil no ceder a la fascinación que provocan películas como Solaris, Nostalgia o Stalker. Es esta película en mi opinión su gran obra maestra del sonido, que aquí utiliza con sabiduría no solo para ilustrar, sino para crear atmósferas subyugantes que retratan la zona, el gran protagonista de esta película. El sonido es aquí un elemento poético, metafórico. Que de forma sutil y con sensibilidad crea un espacio audiovisual en el que todos los elementos están conectados y en el que nada está dejado al azar. Fíjate que, en el tramo final de Stalker, el sonido casi desaparece por completo, en contraposición con la riqueza de sonidos y ambientes en el resto de la película. El silencio solo es roto por los diálogos de los personajes y algunos sonidos y notas musicales aislados. Es esto una metáfora de la esencia a la que han llegado.
7. Salvar al soldado Ryan (Saving private Ryan, Steven Spielberg, 1998)
La película de Spielberg es ya un hito en el cine en lo que a realismo se refiere. Seguramente nunca has estado en un desembarco en una guerra, pero la película es tan envolvente en su aspecto puramente audiovisual que te atrapa hasta el final. Prueba a escuchar la secuencia del desembarco en un sistema de sonido surround. La experiencia es absolutamente sobrecogedora por el uso del sonido envolvente. Somos cautivos durante 15 minutos de un hecho que traspasa la pantalla para apoderarse de nuestros sentidos. Spielberg es muy sabio a la hora de dosificar la música. Sabe que en momentos clave es fundamental mantener el foco en la acción. Lo vimos por ejemplo en Jurassic Park, en la secuencia del Tyrannosaurus rex. Por eso, en Salvar al soldado Ryan, la guerra y no cualquier elemento extradiegético es la única protagonista.
8. Gravity (íd., Alfonso Cuarón, 2013)
Gravity, en el plano sonoro, podría considerarse una actualización técnica de los postulados de 2001: una odisea del espacio. Aquí tampoco hay sonido, pero sí nos pone en el punto de vista de los personajes mediante sonidos escuchados a través de sus trajes espaciales. El punto de vista, claro, debe ser subjetivo por el limitado alcance auditivo de los protagonistas. La música, además, está muy bien dosificada para cubrir esos momentos de tensión silenciosa que ocurren a lo largo de una película discutible en cuanto a su guion, pero indiscutible en su maestría a la hora de utilizar el sonido cuando queremos respetar las limitaciones físicas.
9. El hijo de Saúl (Saul fia, László Nemes, 2015)
El hijo de Saúl es una de las películas más innovadoras que he visto en los últimos años y demuestra que toda historia puede ser contada de nuevo cuando cuidamos la forma tanto como el contenido. Y es que en esta película la cámara nunca se despega del personaje protagonista, que permanece en un casi constante primer plano. Por ello, el sonido se vuelve fundamental, y más tratándose de la aterradora historia que cuenta este film. Son habituales los sonidos en off que pivotan alrededor del protagonista, ayudándonos a hacernos una idea del infierno en el que vive más por lo que se sugiere que por lo que se muestra. La secuencia principal es para mí una de las experiencias más aterradoras que he vivido frente a una pantalla por todo lo que permanece elíptico, por todo lo que se sugiere.
10. En realidad, nunca estuviste aquí (You were never really here, Lynne Ramsay, 2017)
Lynne Ramsay es una interesantísima cineasta a la que le encanta experimentar. Lo vimos en películas como Tenemos que hablar de Kevin, un estupendo tratado sobre las relaciones materno filiales que se disfruta mucho en su aspecto audiovisual. En En realidad, nunca estuviste aquí, Ramsay se apoya en los efectos abstractos y oníricos y la música de Jonny Greenwood, uno de los compositores más audaces de la actualidad, para crear un discurso sonoro que refleja la personalidad laberíntica de su protagonista. Un ejemplo también de la utilidad del sonido para narrar lo tenemos en la secuencia de las cámaras de vigilancia, en la que la música que oímos se adelanta o retrasa según el punto de vista de cada momento.
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